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Los siguientes cien años de Yma Súmac

Publicado: 2022-09-23

                                                                                      A Hernando Valderrama Valentín

Nadie dijo que iba a ser fácil, canta Chris Martin. Y, sí, ya vamos dos años pidiéndole a la Municipalidad de Lima un lugar para Yma Súmac. Un espacio público que nos recuerde de manera constante la tarea cultural, social e identitaria que nos dejó.

Nos habíamos anticipado lo suficiente con nuestro pedido al centenario de su nacimiento, celebrado la semana pasada, como para que llegáramos al menos con la exhibición en el Museo del Teatro Municipal de siquiera una réplica de uno de sus emblemáticos vestidos o, con más suerte, con un potente espacio escénico y cultural que llevara su nombre. ¿Esto no está al alcance de la municipalidad con más recursos en el país y con el personal más calificado? La segunda propuesta ni implicaba presupuesto, solo gestión, pero igual no quisieron.

¿Querrán ahora? ¿O cuántos años más de cartas, reuniones, firmas y recordatorios por prensa necesitarán la Gerencia de Cultura, a cargo de Fabiola Figueroa; la Subgerencia de Artes Escénicas e Industrias Culturales, con Bruno Ceccarelli; y la Comisión de Educación y Cultura del concejo, presidida por el regidor Florentino Díaz, para iniciar la búsqueda de una plaza o calle importante a la que distinguir con el nombre de nuestra Princesa Inca? Sospecho que ni se han reunido con la Gerencia de Desarrollo Urbano, o su equivalente, puesto que para la semana del centenario, en los mismos días en que el diario argentino Página12 decía de Súmac: “Un siglo después de su nacimiento, el país en el que nació no le rinde mayores tributos: no hay calles importantes con su nombre, ni siquiera una plaza”, la Municipalidad de Lima no había programado absolutamente nada. ¡Nada! El Ministerio de Cultura tampoco, aunque por lo menos este reaccionó anunciando un concierto para el 24 de noviembre.

A quienes sí les reconocemos el apoyo es a EMILIMA y PROLIMA, otras dependencias de la misma municipalidad, quienes en marzo último nos ofrecieron dos esculturas, para Yma Súmac y Victoria Santa Cruz, en la nueva Plazuela del Teatro. Sin embargo, por lo que nos han dicho recién, parece que hubo descoordinaciones y ahora un problema técnico, que implicarían retomar con las esculturas el próximo año o, tal vez, ver dónde colocar este año solamente un busto de Súmac ya en curso. ¿Pero quién nos garantiza la continuidad con la siguiente gestión? En cualquiera caso, pensamos que la mejor solución vendrá solo si seguimos extendiendo nuestra demanda. Y contribuiría, claro, que los tres funcionarios mencionados arriba, a quienes más les atañe esta causa, finalmente la hagan suya. Necesitamos de sus voluntades políticas.

Por otro lado, una nota casi curiosa. El presidente ejecutivo de INDECOPI, Julián Palacín, a propósito del mismo centenario, escribió en El Peruano sobre “un círculo virtuoso que promueve la creatividad, la labor artística, las inversiones y más fuentes de empleo” y sobre los esfuerzos que su institución hace en beneficio de la industria musical peruana. ¿Cuál industria? Provoca preguntar harto del discurso politiquero, pero mejor seamos técnicos: ¿Cómo hacemos para que nuestra industria musical escale algunos puestos en Sudamérica al amparo de Yma Súmac si sus bienes no están a cargo de una fundación que sostenga su imagen en el mundo, promueva investigaciones, representaciones y curadurías, y desarrolle proyectos que impulsen los valores y procesos que la diva representa; sino, por el contrario, están en manos de su último asistente que prefiere invertir su tiempo en vigilar y cerrar cuentas y grupos en las redes sociales porque las imagina como rivales?

Situación ya patética, pero tampoco extraña a lo que pasa en el Perú con otras valiosas colecciones. No toca ahora desarrollar los casos, pero sí serviría que INDECOPI nos aclare cuáles son los derechos y deberes de los particulares o las instituciones que tienen bajo su custodia estos bienes. ¿Acaso son propietarios o representantes legales? ¿En qué casos lo son, si así fuera, y esto qué diferencias supondría? Además, ¿por tener la posesión de hecho de estos materiales podrían reclamar los derechos de autor y de imagen? Luego, ¿qué pasa si estos poseedores impiden en la práctica el uso correcto de estos bienes? Es decir, aquel uso que cuenta con los derechos de autor, tiene interés público o persigue fines no comerciales. Por último, frente a un mal uso de estos, ¿qué podemos hacer los peruanos cuando la afectada o afectado no tuvo hijos? Quisiéramos saberlo porque nuestras todavía precarias industrias culturales necesitan de un Estado que también propicie fundaciones, casas museos, archivos, o vea la forma de garantizarnos el acceso más amplio y permanente posible al legado de nuestros artistas. Es nuestro derecho como consumidores de la cultura peruana.

Por lo tanto, autoridades a quienes les corresponda: ¿Trenzarán pasado con futuro para que en los siguientes cien años de Zoila Chávarri del Castillo, además de lo demandado, tengamos la Casa de la Música Peruana "Yma Súmac"? Dicho sea de paso, hace tiempo que necesitamos una Casa de la Fotografía Peruana. Servicios públicos cuyas existencias no debieran depender de la suerte que tengamos, o no, con nuestras próximas autoridades.

Ojalá todo lo dicho aquí no suene a letanía porque sé que el cansancio, y sus efectos, juegan a favor de quienes en el Estado ejercen la mecida. A mí me pasa tanto lo contrario que en mayo último ingresé a la municipalidad en cuestión otra propuesta pidiéndole que la Biblioteca Metropolitana de Lima, ubicada en Santa Beatriz, lleve el nombre de Blanca Varela. ¿Tendremos que, igualmente, recoger firmas?

Personas también involucradas con estos temas, pero que ya no saben qué hacer, me miran con cara de cómo lo intentas siquiera con nuestro Estado. Pues me gusta imaginar (perdonen la pretensión) que estoy enfrentando a la burocracia cultural como los agentes policiales de The Wire se enfrentaban al tráfico de drogas en Baltimore. Además, tengo un perro precioso, pero bastante viejo (perdonen lo personal) que casi a diario me muestra que sí hay terquedades hermosas que te hacen más digna la vida. De este tipo, por si acaso, son mis agendas, si es que las tengo.

Ayuda asimismo, y muchísimo, ver que hasta el momento somos más de tres mil ochoscientos los firmantes por un lugar para Yma Súmac. Con cuatro mexicanos, una argentina, un chileno, un colombiano, un nicaragüense y un ecuatoriano que se unen a la lucha. Para mí es un montón porque todavía recuerdo cuando hace poco menos de un año le decía sorprendido a Tilsa Otta que ya éramos cerca de setenta personas. Somos tantos, obviamente, porque Yma Súmac se lo merece, pero también por un grupo de fans ―sé lo que es ser hincha de un equipo de futbol, pero recién ahora, gracias a ellos, sé lo que es ser hincha de una cantante―, quienes con sus fotos coloreadas, stickers, reels y tiktoks lo vienen logrando.

Jorge Valverde Oliveros
Editor y activista cultural.

Imagen: Luis Dávila. 


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La mirada que soy

Proyecto de la asociación Isegoria sobre artistas asociables especialmente a grupos que son objeto de desigualdad.